Con bombo y platillo anuncio el inepto alcalde de Tuxtla Gutiérrez, Jaime Valls Esponda, la construcción de un lujosísimo polideportivo en cuya obra se hará una inversión superior a los 60 millones de pesos y que aunque no se diga, será otro negocio donde el hijo del ministro de la Suprema Corte de Justicia, hará sus inversiones a hurtadillas.

El alcalde capitalino, quien a toda boca ha dicho que a él le harán lo que el viento a Juárez, debido a que su padre es nada más y nada menos que el ministro de la SCJN, calcula que tendrá a por lo menos 10 mil usuarios cautivos en ese negocio de al parecer una inversión mixta.

Hay que recordar que el modelito de polideportivo lo trajo o exportó de Europa, allá donde los ciudadanos de esos países, tienen un ingreso per cápita 20 veces superior al nuestro y que tienen una cultura deportiva envidiable y lo que es en nosotros los mexicanos, puede decirse que es repudiable que a los lugares de deporte, el 90% los visitantes llegan a atascarse de bebidas embriagantes y cigarrillos pero no a hacer ejercicio.

En Tuxtla Gutiérrez, habemos deportistas de todos las disciplinas pero nadie tiene lugares propios y dignos para el ejercicio del deporte favorito, pues el gobierno de Juan Sabines, mantiene olvidado a ese sector y, qué decir del munícipe que, al parecer nunca ha practicado algún deporte, excepto el de mentir y hurtar.

Es lógico que el munícipe se preocupe tanto en la construcción del citado polideportivos al que le apodarán "bicentenario", dado a que para él es una inversión, es un centro deportivo de luxe, donde seguramente sólo llegarán los adinerados y las élites, es decir, con fondos del estado se construirá el negocio de los políticos, en donde seguramente nunca verá usted un solo deportista pobre, que realmente somos los muchos.

lamentablemente mientras que el alcalde se le va la boca hablando de elefantes blancos y de negocios oscuros, las calles de toda la ciudad parecen callejones de colonias rurales, lo que se le llamaban calles, ahora están destrozadas, es totalmente peligroso circular a 10 kilómetros por hora pues los grandes zanjones se hacen intimidatorios hasta para el conductor más audaz.

Las calles están despiadadamente despedazadas, no hay un lugar de Dios en donde usted encuentre pavimentada una sola cuadra, hasta en el mero centro de la ciudad pueden observarse zanjas y grandes baches.

Es lógico que los funcionarios de todos los niveles, nada les importa desmadrar los vehículos oficiales y como ya estamos en el año de hidalgo, todos hacen como que no ven nada, pues a estas alturas, de todos aquellos que le mendigaron el voto, absolutamente nada les importa.