LOS DERECHOS HUMANOS, LOS PRINCIPIOS Y VALORES, VICTIMAS DEL LIBERALISMO
· Nuestros niños y juventudes, productos de una descomposición social; solo exigen derechos y no obligaciones.
· No nos quejemos de nuestra de nuestra sociedad, somos el producto de nuestra cosecha aceptada o tolerada.

POR EL MTRO. MIGUEL ANGEL CARRILLO BARRIOS.

En la actualidad, hasta los niños de primer grado de primaria, amenazan a sus padres a denunciarlos ante la Comisión de los Derechos Humanos o el Agente del Ministerio Público en caso de que les toquen “un pelo”, ellos tienen la teoría o la idea que son esas instituciones las que los defenderán de cualquier correctivo paternal (DIGO CORRECTIVO) y en muchas ocasiones resulta ser totalmente cierto, pues algunos encargados de la instituciones en cita, quizá guiados por un sentimiento más no por el concepto legal que tienen a su encargo, han metido las narices donde no deben.

Cuando digo correctivo paternal, podría encuadrar esta conducta dentro del derecho natural que todos los padres tienen para poder formal, educar y corregir a sus hijos dentro del mundo de principios y valores que es la primera escuela que todo ser humano tiene; no puede ni debe haber una institución superior a la autoridad paternal dentro de la familia que tienda a instituir valores y principios y que éstos sean los que consoliden la familia y por ende la sociedad en su conjunto, que desde este ámbito se depuren los males sociales y empecemos a crear una sociedad educada en valores y principios fundamentales de una sociedad libre de tanta corrupción, avaricia, maldad y abatiendo toda esa pandemia social que hoy ataca al mundo de manera despiadada.

Son reiteradas las veces en que todos los padres de familia que por hacer caso a esos desvíos de corrientes humanísticas de los derechos humanos y de las políticas de gobiernos globalizadores, hoy tienen que llorar sus desgracias o incluso, llorar a los hijos (adolescentes y adultos) que son asesinados, encarcelados o de aquellos que caen constantemente en la desgracia del infortunio, pues fueron los derechos humanos y las mismas instituciones del gobierno (MP) los que evitaron y amenazaron con encarcelar a los padres si reprendían al niño o al adolescente cuando caminaba a aprisa por los senderos que la sociedad exige sancionar con severidad.

En México, es casi seguro que los policías detengan a un padre o madre que reprenda severamente a sus hijos cuando están cometiendo actitudes antisociales o acciones que violentan los principios sociales y morales, así como aquellos valores que se enseñaron en su primera escuela (su casa). Yo pienso que hay una malformación ideológica a futuro y sostengo que más vale un grito a tiempo y no mil después; también podría probar que es mejor que los padres sean severos en sus determinaciones y moderados para la imposición de castigos, pues más vale castigar a nuestro modo y no bajo torturas crueles, humillantes y degradantes como las que aplica el estado a través de sus aparatos represores.

Sostengo y pruebo que es más humano dejar que desde el seno familiar se extralimite el no hacer una conducta antisocial a que el hombre no educado en valores y principios, se aboque a “mochar” las orejas o mutilar cualquier parte del cuerpo; es mejor enseñar a aquel niño a que en cada hombre hay un semejante a él, que posee sentimientos, y que no es inmune al dolor; es mejor reprenderlo de niño, es mejor utilizar en una mano la represión y en otra la dulzura paternal para enseñarle el equilibrio del amor, enseñarlo y educarlo conforme los usos, costumbres y tradiciones de nuestra sociedad, en esa sociedad en la que convivirá y pasarán sus años, siendo el ejemplo de la equidad o tal ves gobernando a ese pueblo que lo estima.

En los pueblos socialistas, la educación de los niños no es solamente obnligaciòn del seno familiar sino una obligación social, corresponde a los hombres y mujeres educar a los hijos de esa patria, a los miembros de su sociedad; muy diferente a las políticas y actitudes de la ideología capitalista, donde pareciera ser que la ley o con ésta, se tratara de regular una conducta torcida de origen, una conducta viciada familiar y socialmente, una conducta equívoca ignorada por el Estado, pues casi todas nuestros niños jóvenes están entendiendo que sólo tienen derechos más no obligaciones morales y sociales y otras; pareciera que tanto padres como hijos, nos deslindáramos de componer esta sociedad nuestra y de esa forma reordenar nuestros valores.

Entiendo también que la educación de todo ser humano, empieza por el seno familiar que es donde se construyen los principios y los valores y posteriormente corresponderá a la sociedad educar a sus integrantes, establecer reglas no escritas o ágrafas pero que son el fundamento de la convivencia, y que posteriormente vendrá la educación coercitiva que es la que corresponde al Estado aplicarla, donde este monstruo con todo su peso aplacará las conducta no alineadas, conductas que no corresponden al estado (un conjunto de pocos hombres) sino a la sociedad (las grandes masas ) esquematizarlas, exigir a un conjunto de pocos hombres que haga valer sus reglas, pero en un país como el nuestro, pareciera que el Estado está por encima de la sociedad o cual es totalmente lamentable.

En algunos lugares, los profesores o docentes, que son los que más recientes y perciben la conducta descarriada producto de un liberalismo equívoco, han empezado a hacer apología de la MONOTERAPIA, (dícese de la facultad natural que los padres tienen para aplicar castigos coherentes y moderados a sus hijos), pues para casi la mayoría de los mentores, esas corrientes liberalistas de jóvenes, está cayendo en desuso y al mismo tiempo nos está provocando a una sociedad enferma, víctima de nuestros errores, de nuestros equívocos, de la mala política gubernamental, por lo que es necesario reordenar nuestro sistema político mexicano y recomponer así iniciar una sociedad nueva.

Hoy, siento que el problema de una sociedad malformada socialmente hablando, se nos salió de las manos a nosotros como padres, como docentes y al mismo Estado. Hoy el Estado está cayendo el una actitud hitleriana y la conducta errónea de los hijos de la sociedad, la abate a través de la muerte, del castigo extremo; hoy las acciones realizadas por el Estado son sanguinarias para buscar una conducta homogénea de paz en un pueblo desbordado hacia la maldad y malformación social, El estado creo su monstruo incontrolable que ahora pretende abatir con la política de la balas y del cañón; esa sociedad malformada la tiene fuera de control y hoy esa malformación inquieta y alerta a los pueblos del mundo.

La historia nos da parámetros de medición y nos enseña pautas y senderos a seguir; pues si Maquiavelo sostuvo que la bestialidad del hombre se vence con más bestialidad, otros grandes filósofos nos dijeron que era mediante la educación que encontraríamos el equilibrio de la sociedades del mundo y entre los hombres, pero no era una educación áulica sino una educación elemental de principios, o sea, la que se concibe en el seno familiar, allí donde no duele educar a los hijos, allí donde se convierten en principios el equilibrio y los valores; allí donde la autoridad de un padre bien educado socialmente hablando, reflejarán sus enseñanzas en el pulpito de la sociedad misma.

Por las anteriores consideraciones palpables en nuestra sociedad, urge reordenar nuestras políticas sociales y legales, quizá haciendo una responsabilidad de todos, la educación de nuestros niños, haciendo una restructuración integral de nuestros principios sociales y políticos, pues los demás vendrán incluso por el mismo camino; pues no es matando a otro ser humano como lograremos una reordenación social, tampoco se trata de eliminar una mancha de toda una gran infección de manchas como vamos a curar la pandemia social que nos azota y nos asola y menos que se trate de que (uno de los del pequeño grupo) tenga la patente de matar al que se porte mal (pena de muerte), pues sería ésta, la ultima y vergonzosa salida del Estado para pretender reprimir a los hijos de una patria mal educados.