UNA LASTIMA; SE DESHUMANIZA EL EJERCICIO DE LA MEDICINA
· La mayoría de los médicos comercian con el dolor humano, o con la desgracia del hermano
· El juramento de Hipócrates pasó a ser juramento de hipócritas del ejercicio de esa noble profesión.
POR MIGUEL ANGEL CARRILLO BARRIOS.
Uno de los principios fundamentales de aquellos hombres y mujeres que ejercen la medicina es salvar vidas, como de los abogados es defender a los seres humanos de las injusticias de los mismos humanos. Y si hablamos de humanos somos los únicos que coexistimos como tales y si esa coexistencia se pierde, la vida humana pasará a ser un caos, como al parecer ya lo es. Nada más digno hay que la coexistencia tolerada y razonada, ecuánime y equilibrada.
Hoy vemos en los hospitales públicos y privados que el ejercicio de la medicina se ha deshumanizado hasta la saciedad, los médicos, en su mayoría, sobre todo los jóvenes y en especial los que se jactan de tener una especialidad, pareciera que ya no trabajan con humanos sino simplemente con seres vivos y si para ellos fuera, les sería mejor que su obra la realizaran sobre objetos.
El ser humano requiere de un aliciente para vivir y de un estímulo de confianza, cariño y ternura para sobrevivir y si en el médico no existen esos valores o principios sociales y morales, el paciente se les convierte entonces en víctima y no un ser humano que prende en él, toda su fe, su confianza para recibir, quizá no es medicamento exacto pero sí el aliciente para sanar, sobre todo cuando sabemos que el hombre no solo es materia sino también es espíritu.
No es novedad que en los hospitales se mueran humanos de forma continua, unos por descuido, por que se les agotan las fuerzas de vida y una mayoría por la negligencia del médico y su cuerpo de paramédicos, tampoco es novedad que de esto nadie se enteré, ni siquiera el más cercano familiar o doliente al que sólo le avisan que debe recoger el cuerpo del infortunado que ha pasado a mejor vida.
De esa forma se comercia con el dolor humano y con el más puro sentimiento que lacera atrozmente la desgracia del hermano, al que únicamente le ven en sus ojos y en sus pertenencias cuantos pesos pueden extraerme más no cuanta salud pueden darle con esos conocimientos que se adquirieron en la universidad; la mayoría de los médicos no ven en el paciente o cliente un ser que lucha contra todo por hallar el camino hacia la vida y eludir la muerte.
Ya lo decía Facundo Cabrales en uno de sus tantos escritos “El dinero nos distrae con demasiadas cosas y nos aleja de lo bello de la vida y del amor hacia nosotros mismos y no hace olvidar la admiración por los demás humanos”. Claro, el dinero hace que cada día la ambición crezca como espuma y no hay equilibrio entre ambición y amor, puesto que los dos son conceptos diametralmente opuestos pero que se alejan del espíritu y del concepto de la vida en sociedad, sociedad de la que no podemos huir porque es nuestra vida misma.
Yo sostengo que “El servicio es una felicidad segura, pues, qué más felicidad y dicha puede sentir el ser humano que le paguen por hacer lo que más adora hacer y sobre todo si su hacer va encaminado a que otro humano halle su felicidad”. De allí que es más satisfactorio que un médico sea la atracción, el centro de las consideraciones, respetos y satisfacciones de todos aquellos a los que les ha servido en el momento más difícil de la tan preciada existencia humana.
Cómo hacer entender a la mayoría de los médicos actuales y futuros que la felicidad de todos los seres humanos no se adquiere atiborrándose las bolsillos de billetes a costa del desprecio de los que han sido despojado de todo a cambio del mal trato y mal servicios de los médicos, sino ganándose el cariño, el aprecio y el respeto de todos; es decir, no hay tesoro más codiciado que el amor, el cariño, las consideraciones y el respeto de todos aquellos humanos, que en muchas ocasiones no nos acordamos pero sí ellos de nosotros, pues un piscacha de amor brindado y una sonrisa en los momentos de angustia, valen más que todo el oro del mundo.
Dónde está el juramento de Hipócrates de Cos que ahora los mismos médicos curiosa e irónicamente han cambiado por “juramento de hipócritas” si aquel médico griego, a quien se le atribuye ser el padre de la medicina, volviera y nos colocáramos en el siglo de Pericles, seguramente se avergonzaría de tanto charlatán de sus principios, de tanto mediocre que remeda sus facultades y sus principios.
No alcanzo a entender por qué algunos pelafustanes remedos de la medicina que sin tener la experiencia en las patologías no solo se definen médicos sino hasta doctores y no solo remedan a Hipócrates sino hasta se sienten similares a Esculapio, el Dios de la medicina griega. De allí que es necesario que la medicina y el ejercicio de la misma se humanice ya sea por principios morales o por principios legales, pues no es posible que la medicina y su ejercicio se este prostituyendo de manera tan vil y tan baja con mirar a hacer de ella, un mero botín comercial, sin que dentro de ello se vea el más mínimo escrúpulo.
No se puede negar que todavía hay escasísimos médicos con ese carisma, dignos émulos de Hipócrates y casi aspirantes a Esculapio, posiblemente uno dentro de mil pero hay que recalcar que hay montones de comerciantes del dolor humano, de la desgracia; también los hay de aquellos improvisados con especialidad de papel más no de práctica que únicamente aspiran servirse del dinero de su cliente, más no paciente, pero jamás de darle la satisfacción a los males que lo aquejan.
En cuestión de pacientes, tan importante es el médico para un rico o para un pobre, para un indígena que para un apodado ladino, se privilegia la salud y si reforzamos el principio de lo humano volveremos a saber que y a entender que no hay tamaños para medir los respetos, las consideraciones o el amor, de quien venga y como venga, siempre será el mismo siempre que se trate de gratitudes si de servir se trata.
Hoy, como dije anteriormente, vemos que los centros hospitalarios, tanto públicos como privados, están convertidos en fortalezas policíacas, aquellos que junto con médicos deshumanizados hacen imposible armas ese esquema de fe y de confianza hacia los hombres y las mujeres de bata blanca, que no sienten misericordia hacia el otro humano con ellos mismos, que lucha por defender su vida frente a peligros de otra integración que se llama cuerpo.
Propondría al gobierno, no como un profesional de la medicina sino como un profesional del derecho y de las comunicaciones, destinar cuantiosos fondos, los que sean necesarios para formar y especializar a tantos y cuantos humanos deseen y sean necesarios para el ejercicio de la medicina y la investigación científica en ese rubro, pues sostengo y pruebo que una nación con gente sana será un pueblo próspero, pues la investigación que se haga para la producción de de medicamentos, sería para saciar lo ávido que los humanos están de salud.
Solo habría que reflexionar, cuando entendamos que los humanos y solo ellos son la causa de nuestra felicidad y nuestra infelicidad y que de no existir ellos la vida no tendría caso, solo entonces empezaremos a hallar la tolerancia y la comprensión recíproca, solo entonces entenderemos que sin humanos la vida no es humana y de allí que la medicina debe humanizarse y no comercializarse, pues no es justo que nos veamos como mercancías humanas, como objetos y no como sujetos, que sentimos, que pensamos que actuamos impulsados por el amor y el dolor que nos producen los mismos seres humanos.
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