NUESTRA SOCIEDAD ESTÁ GRAVE; Y DE MUERTE

Cuando volteamos los ojos hacia nuestro alrededor y nos detenemos para determinar la conducta o el actuar de nuestros semejantes, podemos juzgar con gran facilidad que todo rondo en torno al dinero; la avaricia ha destruido valores, principios, usos costumbres y tradiciones, es decir, ha exterminado culturas y ha establecido nuevas en la que pareciera que la felicidad de todo pueblo solo la poseen aquellos que tienen riquezas y poder, la supremacía de esos pueblos avaros se ha ido extendiendo e imponiendo persuasivamente bajo la falsa idea de que todo aquel que no sepa hablar inglés y manejar una computadora, son analfabetos globales y que todo aquel que no tiene ahorros ni riquezas son gente de la clase baja. Los estándares establecidos por esos pueblos ha preocupado tanto a nuestro México por lo que la avaricia de los hombres nos tiene avasallados, unos robándole a su pueblo desde los escaños de poder, otros utilizando la violencia, algunos más envileciendo al pueblo, otros utilizan las mafias de poder público y las vías empresariales para favorecerse y encontrar la mezquindad en el establecimiento de monopolios; son muchos los avaros que con la tolerancia del poder le roban al poder mismo eludiendo miles de millones de pesos de impuestos y que mientras las cargas impositivas corren a cargo del pueblo, las grandes transnacionales, monopolios privados y oficiales son favorecidos con las devoluciones fiscales a su favor; es decir, el Estado les paga por existir. La pobreza extrema que es una calamidad social, producto de las malas política económicas y productivas del gobierno mexicano, hacen que cada día, haya una población enferma física, social y económicamente; las graves injusticias, desigualdades, marginación y otros factores como la globalización de mercado, hacen que tengamos una población de jóvenes desorientados que están contra todo y a favor de nada, una juventud sin bases sólidas y sin el deseo de conocerlas para poder incursionar en ese anhelante mundo de la avaricia, donde pareciera que el dinero es como la sangre al cuerpo humano. La incursión abierta y exagerada de la mujer en el mundo del trabajo y la participación en todos los ámbitos ha propiciado que la cohesión familiar cada día se vea mermada; es natural que un niño le llore a la madre y no al padre, quizá por la afinidad sanguínea o por los nueve meses que se permanece en el claustro materno y porque es la madre quien nos amamanta, pero las mujeres modernas metidas en ese mundo globalizado, absorbidas por la cultura impuesta de los pueblos poderosos no pueden convertirse en dos al mismo tiempo, es decir, son madres de familia completas o trabajadoras y esa doble carga de trabajo ha provocado un altísimo grado de histeria en la mujer trabajadora que la mayoría de veces la conlleva a la disolución matrimonial y familiar y como si fuera poco, un hijo sin la dirección de sus padres lo hará endeble en sus principios y valores y ante la ausencia total de uno u otro o de ambos, tendrá que refugiarse donde lo acojan los grupos que merodean el ambiente social y si a los grupos sociales se les encarga la dirección de hijos, bajo el argumento de que mamá o papá trabajan, obviamente que tendremos en el interior de nuestra casa el actuar social del que protestamos y no el que hemos pretendido formar. De allí que nuestra sociedad esté gravemente enferma, sus enfermedades se fueron dando por ramificaciones y tan espontáneamente que hoy, debemos aceptar que el actuar social que hoy nos espanta, es el producto vivo de nuestras acciones, que es el resultado de un gobierno y sociedad envueltos en el mundo de la cultura de la avaricia, donde tener dinero es el total; surge así una pregunta: por qué las grandes civilizaciones no admiraron acopiar pilas de dólares, euros o pesos para su subsistencia.

NORBERTO RIVERA; UNA PIEDRA EN EL ZAPATO DE LA POLITICA MEXICANA

Para aquellos que sienten que el Estado mexicano sigue siendo laico en pureza, gozan de un yerro fenomenal y sobre todo en política, pues el cardenal, el representante del Papa en México, Norberto Rivera Carrera y sus antecesores, se han constituido como una verdadera piedra en el zapato de todos los presidentes de la República mexicana que han pasado desde que Benito Juárez García instauró la “Ley Juárez”. Los clérigos de alto y medio rango, han procurado desde el púlpito vulnerar las leyes con su intromisión en la política y las formas de gobierno y no tanto para opinar constructivamente sino por regresar a sus fueros de la edad media, época en la que hicieron de los mexicanos la más salvaje dominación espiritual de que se han valido para mantener una esclavitud espiritual, pues no es posible que ahora, los esbirros de Rivera Carrera, realicen plantones frente al Senado del país, exigiendo democracia, cuando en los cánones de la iglesia está hasta prohibido pensar, ejemplo: “no desearás la mujer de tu prójimo”, es decir de criticar al Estado se trata de manera propositiva, deberían empezar por su casa, pues en cuestiones clericales las libertades humanas son basura pura, los pecados equivalente a delitos en el mundo terrenal, se cometen de pensamiento, palabra y obra. De lo que los esbirros de Rivera Carrera protestan con un plantoncito frente a los accesos del edificio de la cámara de Senadores es “Nadie podrá utilizar los actos públicos de expresión de esta libertad con fines políticos, de ´proselitismo o de propaganda política”. O sea que a lo lacayos del Papa, nada les gustó que se les recordara que esas limitantes de no meterse en la vida pública o política ya estaba, pero no hay que olvidar que los señores de la sotana, siempre han hecho “de mulas Pedro” y las leyes mexicanas para el Vaticano, son leyes de galeana que hacen de ellas lo que se les da la gana. Me gustaría que un día de tantos, el Estado se metiera a interferir sus cánones rápidamente pegarían el grito en el cielo y posiblemente hasta serían capaces de pactar con narcos para armar una guerra cristera similar a la que organizarán allá por la segunda década del siglo XX. La iglesia tiene injerencia en todos los ámbitos de la vida pública, jamás han respetado las limitantes constitucionales, han sido personajes que desprecian las leyes de casi todos los países basados en que tenemos un pueblo que todavía no se recupera de la despiadada dominación religiosa que trajeron consigo los españoles e impuesta a los mexicanos a sangre y fuego.