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Posted on : 18:27 | By : Unknown

LA SOCIEDAD, VICTIMA DE SU DELINCUENCIA
· El extraño enemigo está entre nosotros, somos victimas de nuestros actos y vicios sociales.

MIGUEL ANGEL CARRILLO BARRIOS.

La delincuencia entre las diversas sociedades del mundo, desde tiempos remotos siempre ha sido un lastre inseparable, en tiempos remotos llegó a castigarse de forma tan severa que degradaba y marcaba para siempre a los hombres y mujeres; los romanos, por ejemplo eran amantes a lo que se llamó la ley del talión, donde aquel que robaba, sin juicio y miramientos de derechos humanos, se les amputaba un dedo de la mano, lo que lo identificaba ante la sociedad, que el sujeto había robado. Si por el contrario, lo veían tuerto, significaba eso que ese hombre había dejado tuerto a otro.
Claro está, se vivía la época de la barbarie y hoy que supuestamente estamos en la época moderna, donde, aparentemente, vivimos pura gente civilizada, muchos actúan peor que en aquella donde robaba y mataba, solo que las leyes son diferentes, el que mata no debe ser matado, el que mutila se le deben respetar sus derechos, pero claro está, no se ven los derechos del mutilado, del que sin deberla pierde una parte de su cuerpo.
¿Pero cómo nace y se propaga la delincuencia?, según algunos especialistas en las ciencias criminales o estudiosos de los comportamiento de los hombres, afirman que es el producto de una carencia de principios y valores de determinada sociedad, como ramos inicial y en segunda, los principios y valores morales que no existen en el hogar del delincuente cuando sólo es un niño; pues en esta ultima hipótesis, regularmente muchos hombres del mal, nacen sobreprotegidos y con una total falta de independencia de sus actos, todo se les justifica bajo argumentos injustificables debido a que, los padres no educamos hombres para nosotros como padres sino para la sociedad en su conjunto.
En una tercera teoría, los hombres se hacen delincuentes potenciales, cuando ronda ella la protección de la justicia o de los hombres encargados de reprimir conductas delictivas, en ese preciso momento, nace de la sociedad, el engendro humano destinado a combatir su misma especie; y una ultima teoría sería que el hombre se hace de delincuente en potencia a delincuente sanguinario, cuando haya la complicidad o la coparticipación policial en sus actos de fechorías, cuando éstos ocurre, podría decirse que una sociedad ha llegado al límite de su tolerancia poniendo en riesgo sus instituciones y sus autoridades.
¿En qué teoría estamos los mexicanos?, ¿Ya estarán en riesgo nuestras instituciones y nuestras autoridades?, ¿Será suficiente incrementar penas como la capital, o será necesario destinar más dinero a los cuerpos policíacos?, ¿Cómo abatir pues la delincuencia desenfrenada y sanguinaria?, hasta donde perjudica a las clases más necesitadas y hasta donde perjudica a las clases adineradas, pues aquí se trata de protegernos ambos, tan importante es el trabajador, como el que da el trabajo, refiriéndome a la clase adinerada.
¿Pero, dónde están los verdaderos delincuentes?, y son muchas las personas que la interrogante la responden diciendo que tan delincuente es el que comete el acto material delictivo como el que lo solapa como autoridad y como sociedad civil; es innegable y no podemos pasar por desapercibido, los lujos ostentosos de los que gozan muchos jefes policiacos y policías con mando sobre sus compañeros, lujos que se a todas luces son incapaces de solventar con los sueldos que ostentan, lujos y detalles que los conocen ellos, usted y yo, excepto las mismas autoridades con mando sobre aquellas.
Entonces se podría definir que la sociedad o concluir que es la sociedad misma, víctima de los delincuentes que ha producido con sus actos, con su carencia de valores, morales y sociales que no ha sabido infundir dentro de los suyos, por lo que se deduce que ni matando hasta el más simple delincuente, ni quitándole los dedos y las orejas, y menos derrochando más dinero en supuestos cuerpos de “seguridad” vamos a combatir la delincuencia con inteligencia y sin derramar sangre, sino creando valores.
Otro dilema es. Pero, ¿Cómo crearíamos esos valores?, si el gobierno a través de sus diversos y vastos órganos de control social se lo propusiera, ni siquiera gastaría tanto dinero como el que se pretende erogar en crear más cuerpos policíacos corruptos, que en vez de paliar la delincuencia, la fomentan; vendrían entonces, la obligación de todos los medios masivos de comunicación, que por ley emprendan una campaña de creación de valores, se sumarían así todas las escuelas de México y como si fuera poco, se pediría a toda la grey religiosa, fomentar desde sus respectivos ámbitos esos valores y principios.
En menos de dos generaciones, tendríamos una sociedad limpia concientizada, renovada y sobre todo con valores de grandeza; la muestra más clara está en los pueblos asiáticos u orientales, donde su gente y su gobierno son uno solo, aquí nosotros, somos el propio enemigo de nosotros mismos, somos la sociedad que destruimos sin el mínimo escrúpulo, y no necesitamos extraños enemigos como dijera nuestro himno nacional, pues nosotros somos los que estamos en contra de todo y a favor de nada.
Esos son precisamente los valores que hay que recomponer, y hacerlo sin tintes de colores partidistas, sino con el tinte del nacionalismo de grandeza, aquel que ha hecho grande a los pueblos que la profesan y ha hecho miserable a los pueblos que la rechazan, los pueblos que se autodestruyen, los pueblos que se vulneran, son acciones que entre los mexicanos, parece ser que fuera, un engendro genético del mal.
Si no lo cree así, sólo analice el por qué a la llegada de Hernán a América en 1521, los mismos tlaxcaltecas, al recibir de Cortés una promesa que al destruir el imperio azteca, se repartirían el botín, no titubearon en combatir, masacrar y derramar la sangre de su misma gente junto con extraños para congratularse con los invasores.
Agustín de Iturbide, no obstante que a espaldas del rey de España declara junto con Vicente Guerrero la independencia de México, después de un corto tiempo de gobierno, su misma gente lo manda fusilar en Padilla, Tamaulipas; las traiciones, los extraños que emergen de nosotros mismos, de esos y solo de ellos, está adornada nuestra historia.
Cuando el pueblo de México se sacuda de estos prejuicios, posiblemente volvamos a reorientar el himno nacional mexicano en su frase que a la letra dice “más si osare un extraño enemigo, profanar con su planta tu suelo…”, pues no hay extraños enemigos, pues si este viniera y profanara nuestro suelo con su “pata”, seguro estoy que habrían mexicanos que se sumarían al enemigo para acabar con los de su raza, como sucedió con los tlaxcaltecas durante la conquista (invasión española a México) o con los ricos, hacendados, caciques y traidores que le pedían a los gringos elegir a uno de ellos para nuestro presidente durante la invasión norteamericana a nuestro indefenso territorio.
Nuestra sociedad está enferma de muerte, ese cáncer social podría llevarla a sucumbir, ese cáncer atacará a sus instituciones, o mejor dicho ya está atacando a sus instituciones y está vapuleando ferozmente a sus autoridades que se tambalean frente a os embates de los extraños emanados de la sociedad misma, lamentablemente urge actuar, pero no con la teoría de la que pregonó Nicolás Maquiavelo, aquella de que “la bestialidad del hombre se vence con más bestialidad”, sino con otras que pregonaron los socráticos, que aseguraban que la grandeza de un pueblo se logra con educación y consolidada desde las entrañas de sus fortalezas y no de sus debilidades.
Así como se aperturan esquemas educacionales dirigidos desde el extranjero con fines meramente comerciales que sólo benefician a los gobiernos del imperio, así mismo deberían consolidarse nuestras instituciones empezando por la familia, bajo un eficiente esquema de principios y valores, claro está, sin pretender olvidarnos que hay una globalización envolvente a inexcluyente en todos los ámbitos.




¿CON LA DEMOCRACIA CRECEMOS TODOS?

POR: MIGUEL ANGEL CARRILLO BARRIOS.

El término Democracia (del griego clásico, gobierno del pueblo) se refiere a un sistema de organización política. Aparece también en el nombre de distintos partidos políticos de todo el mundo. Algunos estudiosos de las ciencias políticas estiman que la democracia se puede clasificarse hasta en 33 formas para su aplicación.
Si bien el concepto básico de la palabra democracia se remonta a la forma de gobierno que utilizaban en Atenas y en otras ciudades griegas durante el siglo V (AC), también debemos reconocer la importancia que tuvo el movimiento pacíficamente revolucionario del cristianismo, que buscó afanosamente eliminar esa diferenciación marcada entre esclavos y amos.
Así pues me aboco a estas dos formas de la democracia directa o pura: cuando la soberanía, que reside en el pueblo, es ejercida inmediatamente por él, sin necesidad de elegir representantes que los gobiernen, se llamará democracia directa o pura.
Cuando el pueblo es gobernado por medio de representantes elegidos por él mismo, se le llamará se le llamará democracia representativa o indirecta. La elección de los individuos que han de tener a su cargo la tarea gubernativa se realiza por medio del sufragio y cualquier individuo tiene derecho a participar o ser elegido. La forma representativa suele adoptar diversos sistemas: dentro de ellos está el sistema presidencialista que se caracteriza por un poder ejecutivo fuerte. El presidente gobierna realmente a la Nación, lo secundan los ministros o secretarios que él elige. El segundo es el sistema parlamentario que es el eje alrededor del cual gira toda la acción gubernamental. Las facultades del presidente son muy restringidas. Y finalmente tenemos el sistema colegiado: que es una combinación de los dos anteriores. El poder ejecutivo está integrado por varias personas elegidas por el parlamento y que se turnan en el ejercicio de la presidencia.
Los sistemas anteriores tienen sus formas de participación política. Voto y referéndum. Estos instrumentos legales otorgan a los ciudadanos el derecho de ratificar o rechazar las decisiones de los cuerpos legislativos. En el plebiscito, la ciudadanía responde mediante el voto a una consulta efectuada por el gobierno sobre asuntos del estado que son de interés fundamental.
La Iniciativa popular es la proposición al parlamento de proyectos de leyes presentados directamente por ciudadanos. Recall o revocatoria como se le conoce en derecho constitucional es pues el derecho de deponer funcionarios o anular sus decisiones por medio del voto popular.
Los Jurados Populares son los integrados por ciudadanos que se instituyen como jurados populares, que es una forma de colaborar con el poder judicial.
Las tres leyes de la democracia que son: Soberanía popular es donde el soberano (del latín y etimológicamente quiere decir) "el que está sobre todos". La democracia es autogobierno del pueblo, donde se reconoce que el hombre es un ser inteligente y libre, que puede regirse por sí mismo mediante los órganos por él instituidos.
Libertad: la democracia asegura al hombre su libertad jurídica e individual. La libertad jurídica es el derecho que tiene el hombre a obrar por sí mismo sin que nadie pueda forzarlo a obrar en otro sentido. Los límites están dados por las leyes. La libertad individual es el reconocimiento de que el hombre nace libre y dotado de inteligencia y voluntad.
Igualdad: se trata de una igualdad jurídica. Todos los hombres tienen las mismas oportunidades ante la ley, es decir, la igualdad en cuanto a derechos y obligaciones.
Pero dejémonos de tanta teoría maldita que es la que nos enreda y al final de cuentas salimos peor que cuando empezamos en los spots televisivos pagados por el Instituto Federal Electoral, se nos dice insistentemente que si votamos, “Al votar participamos y crecemos”, soy partidario en afirmar que siempre hayan 70 millones de mexicanos por debajo de la línea de la pobreza, nuestra democracia siempre será un botín de pocos y la miseria de muchos.
Con hambre y con pobreza extrema, no podemos ser libres, ni iguales, ni soberanos en ninguna área, de antemano sabemos que el hombre se doblega ante el hambre y la miseria, ante la exclusión y la pobreza que son dos grandes detalles que el término globalización ha estudiado científicamente para hacer de los pobres del mundo, un emporio de explotación sin derechos pero con muchas obligaciones.

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